“Bombay”, de Marie Saglio, Serge Safran, 416 p., 21,90 €, digital 13 €.
Para el lector entusiasta de literatura, es una experiencia extraña y muy hermosa leer Bombay. Antropóloga y especialista en la India contemporánea, Marie Saglio ya ha publicado varios trabajos académicos. Se ocupó en particular de la exclusión social como modo de organización y producción en los enormes barrios marginales indios vivos de la perpetua recuperación de los desechos producidos por una economía en crisis, en un contexto de corrupción endémica y extremismo religioso. Bombay es su primera novela. El resultado es una necesidad, omnipresente en cada página, lo suficientemente poderosa como para hacernos admitir sin (demasiado) quejarnos por la aparición repentina, al final de un párrafo, de un narrador omnisciente, capaz de restaurar los pensamientos secretos de personajes secundarios, como la multiplicación de diálogos estrictamente informativos. Uno se creería, ciertas páginas, regresadas a la época de la Tres mosqueteros intercambiando entre ellos una cantidad de información que ya se sabían de memoria con el único fin de comunicársela al lector, a todo galope de la trama.
realidad india
Desde este punto de vista, que llamaremos literario, Bombay Tiene el romance fácil, o las mil y una faltas, como quieras. Pero eso poco importa ante la energía desplegada por este vivo fresco que aprovecha la libertad consustancial al gesto de la ficción para adentrarse en la realidad india más contemporánea. Bombay es llevado de principio a fin por el deseo imperioso de compartir un saber, en rigor, sensible a la megalópolis india, epicentro de la globalización. El lector mide su ignorancia en cada página, aunque se mantenga informado de los estragos del extremismo hindú en un país dividido entre su meteórico ascenso en poder económico y la miseria de una población sometida a la peor contaminación del aire, agua, suelo, prisionera. de un sistema de castas que va muy bien con una mafia infiltrada en todos los niveles de la sociedad.
El dispositivo romántico diseñado por Marie Saglio, en este punto, es de cierta eficacia: es bueno porque se exilió durante varios años en Londres para seguir una brillante carrera como ingeniero en una empresa internacional de reciclaje de basura que Shiv puede medir. Las angustias recientes de la India. Había salido de Bombay poco después de los atentados islamistas de 2008, que hicieron añicos los sueños de los jóvenes deseosos de emanciparse en todos los frentes, y él mismo, desde Londres, sólo podía formarse una fuerte idea abstracta de la situación a la que se ve obligado a enfrentarse como parte de la misión que le ha encomendado su empresa: estudiar las posibilidades de limpieza del enorme vertedero de Gandapur y el barrio de chabolas contiguo, que drena por doquier una población desarraigada condenada a vivir del perpetuo reciclaje. Mientras Shiv se reencuentra con su madre adoptiva, la maravillosa Shantiji, que lleva años haciendo campaña por el acceso a la educación para todos, descubre al mismo tiempo el peso de la mafia dentro de la gigantesca villa miseria, cuyo ya no sabemos muy bien si es el baldío o corazón vital de la megalópolis, y la amenaza permanente que impone por todas partes la «Observadores»organizados en milicias en nombre de la pureza hindú.
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