https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/httpsep01.epimg.netinternacionalimagenes20180404estados_unidos1522862945_347778_1522910566_noticia_fotograma.jpg?auth=8146f63f1969756c1642d2e5094b9ea507a33922b17b33649d6a77d645378101&width=1200&height=675&smart=true

En el marco de las crecientes tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, la reciente instauración de aranceles por parte del presidente estadounidense Donald Trump ha exacerbado el conflicto entre las dos economías más grandes del mundo. Trump ha decidido aplicar tarifas del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio globales, sin exclusiones ni excepciones, extendiendo de esta manera su guerra comercial a escala mundial. Esta orden, que entra en vigor el 12 de marzo, impactará particularmente a naciones aliadas como la Unión Europea y vecinos cercanos como Canadá y México, socavando de facto el tratado de libre comercio T-MEC. Trump argumenta que esta medida es un medio para revitalizar la industria interna y garantizar la estabilidad económica de Estados Unidos. La nueva administración estima que las ventajas superarán a las desventajas, aunque se anticipa un incremento de costos para las empresas y consumidores estadounidenses. Las reacciones internacionales incluyen la potencial puesta en marcha de tarifas equivalentes, y Pekín ya ha manifestado su respuesta con impuestos propios frente a las disposiciones estadounidenses.

En el contexto de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, la reciente imposición de aranceles por parte del presidente estadounidense Donald Trump ha intensificado la disputa entre las dos principales economías mundiales. Trump ha decidido imponer aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio de todo el mundo, sin excepciones ni exenciones, ampliando así su guerra comercial a nivel global. Esta medida, efectiva a partir del 12 de marzo, afectará especialmente a países aliados como la Unión Europea y socios cercanos como Canadá y México, rompiendo de facto el acuerdo de libre comercio T-MEC. Trump justifica esta decisión como una forma de revitalizar la industria nacional y asegurar la seguridad económica de EE. UU. La nueva administración prevé que los beneficios superarán los perjuicios, aunque se espera que los aranceles incrementen los costos para empresas y consumidores estadounidenses. Las respuestas internacionales incluyen la posible implementación de aranceles recíprocos, y ya se han visto reacciones como la de Pekín con sus propios gravámenes ante las medidas estadounidenses.

Una de las tácticas más importantes de China en esta disputa es el aprovechamiento de su supremacía en la producción y procesamiento de minerales críticos como herramienta de presión. China ha anunciado aranceles entre el 10% y el 15% sobre ciertos productos estadounidenses en respuesta a los aranceles adicionales del 10% establecidos por el presidente de EE.UU., Donald Trump. Estos nuevos aranceles chinos impactarán productos como carbón, gas natural, petróleo crudo, maquinaria agrícola y automóviles. Además, China ha implementado controles sobre la exportación de minerales esenciales y ha comenzado una investigación antimonopolio contra Google. Estas medidas forman parte de una serie de acciones en medio de una escalada en la guerra comercial entre las dos potencias, que ya había experimentado varios choques arancelarios durante la primera presidencia de Trump. China también ha añadido a dos empresas estadounidenses, Pvh Group e Illumina Inc, en una lista de entidades no confiables.

La dependencia mundial de estos minerales le da a China una ventaja estratégica en las disputas comerciales. Por ejemplo, en 2010, durante una disputa territorial con Japón, China disminuyó las exportaciones de minerales a ese país, lo que causó preocupación global sobre la seguridad del suministro. Actualmente, la situación es aún más crítica debido a la creciente demanda de tecnologías limpias y avanzadas que requieren estos elementos.

La dependencia global de estos minerales otorga a China una ventaja estratégica en las disputas comerciales. Por ejemplo, en 2010, durante una disputa territorial con Japón, China redujo las exportaciones de minerales a ese país, lo que generó preocupación mundial sobre la seguridad del suministro. En la actualidad, la situación es aún más crítica debido a la creciente demanda de tecnologías limpias y avanzadas que requieren estos elementos.

La reciente decisión de China de restringir las exportaciones de minerales críticos como el tungsteno, el telurio, el bismuto, el molibdeno y el indio, tras una prohibición previa sobre el galio y el germanio, es una clara señal de su disposición a utilizar su posición dominante en este sector como herramienta de negociación en la guerra comercial. Según se informa, la medida china afectará a minerales críticos como el tungsteno, el telurio, el bismuto, el molibdeno y el indio, tras una prohibición previa sobre el galio y el germanio. Los analistas sugieren que las restricciones apuntan especialmente a la industria de defensa estadounidense.

Esta situación ha llevado a Estados Unidos y otros países a buscar alternativas para reducir su dependencia de las importaciones chinas. Sin embargo, desarrollar capacidades de extracción y procesamiento en otras regiones es un proceso costoso y que requiere tiempo, lo que dificulta una solución a corto plazo.