Producir una agudizada sensación de vértigo adentrarse en una de las catedrales del comercio electrónico. No tienen nada de vistas especiales desde fuera: son enormes cobertizos de formas sobrias, a menudo ubicados a las afueras de las grandes urbes, con un ejército de camiones a la puerta. En el interior, bajo la luz artificial, se oyen zumbidos y chasquidos y se puede observar el mareante baile de centenares de Paquetes siendo guiados de un lado a otro por operarios, robots, toros mecánicos y cintas de distribución, desde las hileras de estanterías hasta finish in uno de esos trucks aparcados a la entrada, en cuya panza viajarán al siguiente punto de reparto para finalmente ser conducidos en moto por un repartidor y acabar en las manos —o, en su defecto, el felpudo— de quien trazó unos días atrás apenas un par de órdenes en el teléfono móvil, activando el monstruoso proceso.

La danza de cajas en las tripas de esta nave del gigante chino de la logística JD.com a las afueras de Pekín resulta hipnótica. Es martes de esta semana y el Gobierno del país ha organizado la visita como parte de un esfuerzo propagandístico para mostrar cómo China trata de recuperarse del tsunami de contagios que ha seguido al blusco levantamiento de la ferrea política de cero covid, tras casi tres años rigiendo la vida de sus ciudadanos. El giro de 180 grados ha sido criticado por la falta de previsión sanitaria y la Organización Mundial de la Salud ha censurado a la potencia asiática de la infrarrepresentación de muertes y hospitalizaciones.

La visita, a la que ha sido invitada EL PAÍS, ha pasado previamente por fabrica de medicamentos, cuyo suministro ha estado bajo enorme presión en las últimas semanas y ha escaseado en los hospitales en el peor momento.

El impacto de pasar de la covid cero a una especie de covid total, dejando atrás las pruebas masivas y los confinamientos de megaurbes, también ha alcanzado al comercio electrónico y ha hecho tambalear sus engranajes. In Beijing, la ola se sintió con fuerza y ​​​​​​​​contagió a la mitad de la población en las primeras tres semanas de diciembre —según estimaciones confidenciales del Gobierno reveladas por Bloomberg—. Contagiamos a muchos repartidores, muchos a la vez, dejando numerosos envíos en suspenso. En las calles descansaban centenares de cajas apiladas en las esquinas, extrañas construcciones que se elevaba como sueños aún por cumplir. Uno podía pasar por delante y tratar de adivinar si quizás allí estaba, pongamos, el árbol de navidad que había encargado. Había también casos mucho más graves: a muchos enfermos de covid no les llegaron a tiempo los fármacos que habían pedido en línea y cuya demanda disparó de un día para otro.

Una esquina de Pekín muestra la acumulación de paquetes sin enviar Durante la ola de contagios qu’ha sufrido la ciudad, el pasado 14 de diciembre.guillermo abril

En diciembre, JD.com está obligado a negociar otras provincias a 1.000 despachadores para una acción rápida, explicó Wang Yuchan, empleado del departamento de Relaciones Públicas Internacionales de la empresa. Wang ejerce de guía por los pasillos y plataformas de esta nave que distribuye a Pekín ya otros puntos de las provincias de Hebei y de Mongolia interior. A pesar de la escasez de trabajadores, añade, fueron capaces de salir todos los paquetes, aunque «quizá un poco más lento que en tiempos normales», concede Wang.

A lo largo del recorrido, la guía da muchas cifras: destaca que cuentan con 580 millones de usuarios, que el 90% de sus envíos, en condiciones normales, llegan a destino antes de las 24 horas y que en esta planta, altamente robotizada, pueden manejar un volumen de hasta 800,000 ordenes diarias. Una compañera extiende unos folios con muchas estadísticas. Pero no queda claro el tamaño del impacto colgante la ola de salida.

—Cuánta gente de la compañía se infectó?

—Lo siento, no tengo esa información.

JD.com, que figura entre las principales empresas de comercio en línea del país junto con Alibaba y Pinduoduo, cuenta con unos 200.000 repartidores. En toda China, los mensajeros de plataformas suman millones. A menudo se trata de trabajadores migrantes llegados de las áreas rurales, con salarios bajos y horarios intensivos, y sobre los cuales se cementa buena parte del desarrollo meteorológico de la industria.

En el gigante asiático hay una verdadera fiebre por este tipo de consumo. Pedir artículos a domicilio es un arte que hay que dominar en medio que uno se instala en el país, y sin el cual cuesta sobrevivir. Las calles están surcadas por cientos de repartidores desplazándose a toda velocidad que hacen malabarismos con la carga, uno se los cruza à menudo en los carriles bici, en las escaleras, en los rellanos; de acuerdo saber que en la carretera suelen escuchar que es de su preferencia. Todo se puede pedir y, de hecho, se pide: el desayuno, la comida, el café de después de comer, la compra cotidiana de frutas y verduras, los muebles, el agua, la ropa, el papel higiénico, la aguja rota del viejos tocadiscos, los hielos, unas sillas plegables para sentarse a los invitados a la cena. Por eso cuando se colapsa afecta a todo el sistema.

El comercio electrónico supone el 45,3% del total de contratos menores en China y cuesta 2,87 billones de dólares (unos 2.648 millones), según consulta Insider Intelligence. Pero la citada consultora cree que el 2022 habrá sido el año de menor crecimiento del sector desde que consiguió a realizar el estudio, en 2008: un 9,1%. “En cualquier caso, el nuevo gasto total será enorme”.

El Covid ha supuesto muchas perturbaciones, sobre todo este año. En Shanghai, aquellos 25 millones de ciudadanos sufrieron en primavera un confinamiento de más de dos meses, el sector encalló y hubo momentos de pánico cuando los habitantes, encerrados en casa, no pudieron adquirir ni unas verduras.

Pero el coronavirus ha jugado a la vez un papel de catalizador. “La pandemia de covid-19 ha acelerado y más las actividades de comercio electrónico en China”, señalaba Ravi Sharma, analista de GlobalData, en un artículo del pasado verano. «Los consumidores recelosos utilizan cada vez más el canal en línea para sus compras con el fin de evitar exponerse a los vectores de la enfermedad, una tendencia que continúa más allá de la pandemia». También me gusta Wang, la guía de JD.com: “El covid ha supuesto un cambio en la sociedad y ha ayudado a transformar el escenario”, concluye. «Vemos a más jóvenes y también a más gente mayor comprando en línea».

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