La foto es casi perfecta. Este sábado 14 de enero, del brazo de una sonriente Michèle Rubirola, Benoît Payan sale de su ayuntamiento y divide a la multitud. El ex alcalde y el actual. El que fue elegido en junio de 2020 al frente del Printemps Marsella, esta unión inédita que reúne todas las sensibilidades de la izquierda, y el que tomó el relevo seis meses después. En este año post-Covid-19, Benoît Payan ha querido hacer sus deseos a la población al aire libre. Una primera.

Un gran millar de marselleses acuden al Puerto Viejo para la ocasión. También hay una charanga, una jirafa sobre zancos y el diputado (La France insoumise, LFI) de la circunscripción, Manuel Bompard, nuevo líder de los «insubordinados», que dice apreciar al concejal con el que se “pueden tener verdaderos intercambios políticos”.

En el momento del discurso, comunistas electos, socialistas, verdes, ciudadanos que se han convertido en asistentes, se alinean detrás de su líder. Como para soportar que esta heterogénea mayoría supere el tiempo y su inexperiencia para permanecer unida.

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La exsenadora socialista Samia Ghali, que se enfrentó a la Primavera de Marsella en las dos vueltas de las elecciones municipales de 2020, mantiene su rango a la derecha de la alcaldesa. Para este aliado eruptivo, inventó el título de teniente de alcalde y nombró delegaciones de importancia para él.

Este sábado por la mañana, Benoît Payan saborea: “Tienes delante a un equipo que no se rinde… Vuelve el Marsella. » Hace dos años, el 21 de diciembre de 2020, cuando los regidores municipales validaron su elección, todos los ingredientes parecían estar dados para que este improbable equipo político explotara. La ecologista Michèle Rubirola, entonces de 64 años, acaba de tirar la toalla. Pagar «motivo de salud», ella cambia de lugar con su primer adjunto. La oposición, Rassemblement national y Les Républicains (LR) al unísono, aúllan en “robo democrático”.

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En junio, Marsella había sorprendido al país al impulsar a su cabeza una vigorizante coalición de izquierda, ciudadanos y ecologistas. Seis meses después, ella lo sorprende con este inesperado «cambio». Los votantes de Printemps votaron por una mujer, una ecologista de sonrisa benévola. Se encontraron con un hombre, un cuarentón, socialista, que había hecho de la política su oficio. Peor aún, se acusa a Benoît Payan de haber orquestado este movimiento o, en el mejor de los casos, de no haber hecho nada para evitarlo. Muchos se sienten engañados.

“La piedra angular de la Primavera de Marsella”

Veinticuatro meses después, la cuestión de su legitimidad como alcalde “no electo” todavía lo molesta. “Eres el primero que me pide un año”, hace una mueca, como si el sujeto ya no tuviera ningún lugar para estar. Una herida original que no cicatriza. Sin embargo, pocos son los que, a día de hoy, no ven en Benoît Payan, de 45 años el 31 de enero, alcalde de Marsella a la perfección en su papel.

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