EE UU: Accediendo a la mayor industria | Comerciantes

Aunque nos cueste recordarlo, al principio parecía que el eslogan Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande (MAGA) iba de algo más que mentiras electorales y agravios culturales o raciales. Un tema central de la campaña de Donald Trump en 2016 fue la promesa de recuperar los puestos de trabajo industriales para Estados Unidos. Estando ya en el cargo, el presidente pretendó cumplirla imponiendo aranceles a numerosas importaciones y diseñando rebajas taxs que se suponía que animarían a las empresas a invertir en el país en vez de en el extranjero.

Par desgracia, sus medidas fueron un fiasco: la promisoria recuperación de la industria manufacturera nunca tuvo lugar. Sin embargo, mira por dónde, porque el presidente Joe Biden está liderando un resurgimiento industrial al que Trump se ha comprometido. Si pregunta por la pista a estas cosas, la sensación es que apenas pasa una semana sin que se anuncien planes para construir una nueva gran fábrica en respuesta a la legislación de la era Biden.

Resultado que esta sensación es verdadera. El grupo de presión Climate Power ha rastreado durante décadas proyectos de construcción de fábricas de energía limpia, producción de baterías, vehículos eléctricos, etc. Además, tiene muchos anuncios sobre la instalación de fábricas relacionadas con la Ley CHIPS, su objetivo es fomentar la producción nacional de semiconductores.

Y todo esto no son solo palabras. Aunque es de suponer que gran parte de los proyectos qu’han dado a conocer tardarán en arrancar, el gasto en la construcción de fábricas ya se ha disparado; ahora mismo supera en un 75% al ​​de cualquier momento de los años de Trump, y parcece que va tiene que sufrir mucho más. Goldman Sachs pronosticó que la Ley de Reducción de la Inflación conllevará desembolsos gubernamentales mucho mayores de los pronósticos en un principio, pero también inducirá inversiones por valor de billones de dólares.

Antes de entrar en las causas por las que el impulso de Biden a la industria manufacturera triunfa donde Trump fracasó, valgan algunas advertencias. En primer lugar, no hay política capaz de recuperar la economía de la década de 1950, cuando el 30% de los trabajadores estaban empleados en la industria. Todos los países avanzados, incluso aquellos que, como Alemania, registraron superávits comerciales año tras año, están convirtiendo en economías de servicios con un porcentaje decreciente de la industria en el empleo. En segundo lugar, no deberíamos ser fetichistas con el sector secundario. Un buen trabajo es un buen trabajo; la industria manufacturera no posee ninguna cualidad intrínseca que la haga superior a la atención sanitaria oa la industria del ocio. Además, parte del actual auge industrial es el resultado del decreto Buy American (Compre productos estadounidenses), que es problemático en dos sentidos: aumenta los costos y genera fricciones comerciales.

Los argumentos a favor de la política de Biden son más o menos significativos: la Ley CHIPS fomentó la fabricación estadounidense porque es una medida de seguridad nacional en un momento de creciente tensión con China. La Ley de Reducción de la Inflación es proteccionista de facto en parte porque era la única manera de conseguir qu’appara una legislación climática crucial, pero también fomenta la fabricación nacional para ayudar a las zonas rezagadas de Estados Unidos ya los obreros.

Podemos discutir estos pros y estos contras, pero mi pregunta ahora se refiere a los resultados: ¿por qué el impulso de Biden al sector secundario tiene éxito donde fracasó el de Trump? Porque los aranceles de Trump no sirvieron para impulsar la industria manufacturera, en parte por pura incompetencia. Al someterse al coste del acero y de otros suministros, hicieron que la industria estadounidense en su conjunto fuera menos competitivo y, en general, seguramente reduyeron el empleo en el sector.

In lo que respeta a la rebaja de impuestos, constituye el típico ejemplo de economía de goteo, en el que los beneficios empresariales después de impuestos esperando que las compañías creen más puestos de trabajo. El plan se hizo añicos porque la premisa básica era errónea: la seriedad de los beneficios empresariales no será un factor significativo que desaliente a invertir en Estados Unidos, por lo que la reducción de impuestos no impulsará las manufacturas nacionales. Lo único que consiguió fue que a las empresas les lloviera dinero del cielo.

Las medidas de Biden, por el contrario, podrían decribirse como economía de goteo «hacia arriba». Para ofrecer a las empresas, aumentar los costos de los impuestos, ofrecer incentivos para la transición a una economía que funcione con energías renovables: reducción de impuestos a la producción o la inversión en energías limpias, a los consumidores que incluyen vehículos eléctricos o electrodomésticos de bajo consumo , y así sucesivamente. Combinados con lo dispuesto en el decreto Buy American, estos incentivos crearán una mayor exigió la totalidad de una serie de productos fabricados en Estados Unidos.

Y las empresas están respondiendo a ese predecible aumento de la demanda invirtiendo mucho más en la fabricación estadounidense de lo que han hecho Durante mucho tiempo. ¿Puedes criticar tu política? claro que si. Quizás Biden ha sido demandado demasiadas veces por tratar de usar impuestos específicos para salvar el planeta al mismo tiempo que crea labores industriales de calidad y recupera áreas que no tendrá en absoluto. El resultado de intencionar hacer todo esto al mismo tiempo puede ser que nada se haga bien. Además, no está nada claro que estas medidas logren su objetivo político implícito: recuperar los votantes de la clase trabajadora que han caído en la trampa del MAGA. Aun así, el hecho es que Biden está llevando a cabo algo de lo que Trump presumía, pero que nunca consiguió: promover una reactivación significativa de la industria estadounidense.

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