En Périgord, un granero al abrigo del mundo

El camino que conduce a un lugar llamado Méjat, en la ciudad de Saint-Geniès, en Dordogne, está bordeado por tierras agrícolas y granjas, muchas de las cuales están abandonadas. Adivinamos la presencia de trufas cuya ubicación, por supuesto, nada indica, para evitar saqueos. Es esta decoración la que sedujo a Emilie Ergoll y Marie Léonard en 2014. En ese momento, cansados ​​de su vida cotidiana parisina, la pareja quería instalarse en el suroeste y embarcarse en la renovación de un edificio antiguo. .

Tras unos meses de investigación, proyectan su evolución sobre una masía del siglo XVIII.mi siglo desocupado en esta aldea de unas pocas decenas de almas. La extensión de la obra y la lejanía del lugar no les asustan, todo lo contrario. La primera dejó su trabajo en producción fotográfica en Vente-privee (ahora Veepee) y comenzó un proyecto de alojamiento y desayuno. El segundo se instala como médico en la ciudad. “Nos llevamos bien rápidamente con los lugareños. La gente aquí es muy abierta». subraya Emilie Ergoll con una sonrisa. Al final de un proyecto de varios meses, encargado a artesanos locales, la casa principal recibe a sus primeros huéspedes.

En uno de los muros de piedra, un letrero lleva el nombre que le dio al sitio el ex productor de fotografía, “Bel Estiú”, “hermoso verano”, en occitano. Un camino da acceso al último edificio restaurado por la pareja: un antiguo granero de tabaco transformado en una acogedora casa de campo de 80 metros cuadrados para cuatro personas. La obra duró siete meses. El trabajo estructural fue realizado por profesionales, pero las dos mujeres también pusieron sus manos en la masa. Emilie Ergoll pintó los suelos de parquet de blanco, revistió el conducto de la chimenea con cal, las baldosas jaspeadas, los tiradores de las puertas y los interruptores antiguos. Luego pintaron las paredes a cuatro manos.

Muebles descubiertos en mercados de pulgas

En la planta baja se ha conservado la imponente chimenea original. Los leños están disponibles para los turistas que quieran disfrutar de un momento junto al fuego, acurrucados en las sillas de lino caqui junto a la chimenea de Bed and Philosophy, frente al hogar. En la misma habitación, Emilie Ergoll hizo instalar una gran isla de cocina cubierta de hormigón encerado. Con frecuencia desentierra muebles para la casa rural en los mercados de pulgas, como este sillón de sapo amarillo mostaza colocado cerca de una ventana. Sin embargo, la tecnología está presente: el establo está equipado con un altavoz portátil Harman Kardon y un retroproyector.

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Melín Álvarez

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