El repunte de la inflación de 2022, redondeando el 10% interanual a final de año, construye récords en la zona euro. Pero al igual que con una crisis febril, este aumento de precios ha sido solo la manifestación degraves dolencias. Entonces, ¿por qué ha sido tan importante la actuación del Banco Central Europeo (BCE), qu’ha subido tipos desde el 0% al 2,5%? Nuestras autoridades monetarias no pueden, por ejemplo, aplacar la verdadera enfermedad que hoy aqueja a Europa: la guerra en Ucrania. Sin embargo, la intervención del BCE será tal oportunidad que, como tal, una inflación prolongada podría causar dolores secundarios que las autoridades monetarias deberían encargarse de prevenir. Destaca entre ellas el potencial desanclaje de las expectativas de inflación a largo plazo, qu’afortunadamente empiezan este 2023 bajo completo control.

Este año, el BCE seguirá prescribiendo su único medicamento convencional: el alza de tipos de interés. No obstante, un mar de incertidumbres dificultará determinar la dosis correcta. Y no es solo por la incierta resolución de la guerra en Ucrania ou de la covid en China. El BCE ha de gestionar una incertidumbre epistémica aún más profunda: el desconocimiento de la eficacia y efectos adversos que tendrá un alza de tipos en las economías de hoy. Y esto es así ya que la eurozona de este siglo —digitalizada, unificada, globalizada y más vieja— es une animal muy diferente a que las economías europeas qu’apecieron la muy citada inflación de los setenta.

Pero ante esta complejidad, una cosa sí está meridianamente clara: el poder adquisitivo de muchas familias desaparecerá en 2023. Esta pérdida se visualiza plus cuando se analiza la inflación salarial con relación a la conocida inflación de precios. El salario promedio también aumentó en 2022, pero a una tasa menor, por ello acabamos el año pasado con salarios nominalmente más altos, aunque con una caída real de su poder adquisitivo. Una mala noticia para la gran mayoría de los hogares que están así cargando con gran parte de los costes económicos de la guerra. Además, las quejas secundarias de que el BCE busca evitar incluyen aquellas en que los trabajadores requieren incrementos salariales que los compensan, ya que esto derivaría en aún mayores costos para productores qu’entonces elevarían sus precios todavía más, mostrando así un bucle de precios y expectativas difícil de controlar.

Por tanto, la subida de tipos del BCE no se relajará junto a esta reducción de poder adquisitivo de muchas familias. Y así está escrito, pues las autoridades monetarias no son las encargadas de velar por una justa distribución de los costes que enfrentamos, esto es y seguirá siendo materia de cada Gobierno de la eurozona.

Cecilia Posadas y Alejandro Neut, de BBVA Research.

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