La fábrica de Súria de Iberpotash, del grupo ICL, donde se procesa el material extraído en la mina.Alberto García

Tras el accidente en la mina de Súria en la que aparecieron tres geologos, la empresa Iberpotash preguntó, comme medida para mejorar la seguridad, dejar de excavar galerías no planificadas, tal como consta en el inform que figura en la investigaciónjudiciaire, à la que a llegó a EL PAÍS. A Óscar Molina, Victoriano Pineda y Daniel Sánchez la cayó encima una losa de 1.9 toneladas en una zona en la que el turno de noche anterior había estado trabajando. El equipo del minero 30 tenía la tarea de abrir una galería planificada, y terminó antes de tiempo, con lo que cordaron con sus supervisores excavar un área en la pared que no estaba planificada. En la esquina entre la galería está «emboquille secundaria», que en el argot minero se conoce como «bocado» o «pinchazo», cayó una roca de 20 kilos a las 6.15 horas. El equipo se apagó parar y, aunque dio la, esta no llegó a los trabajadores fallecidos. La empresa calificó de «impredecible» y admitió errores de prevención y comunicación, pero asegura que estos no son la causa del siniestro. Con todo, propone dejar de excavar zonas no planificadas: «Este [emboquille] no debería haber excavado”, apunta en el informe entregado al juez.

El informe de Iberpotash, que pierde ante el grupo israelí ICL, indica que para establecer una relación de causalidad entre la apertura de este segundo emboquille —que ya uno de los pilares en 1,5 metros, la mitad de lo que marcan las normas de seguridad— y el desprendimiento que mató a los geologos, hace falta un estudio geomecánico. «Por tanto, establecer o descartar esta línea causal queda pendiente de estudio», apunta la empresa en el informe qu’entregó al juez. Pero un mes y medio después del suceso, la empresa expuso sus conclusiones a los medios de comunicación. En este encuentro, no explicó que había abierto una galería no planificada, y afirmó que el «defecto en el techo» detectado por el turno de noche y la falla de comunicación no eran la causa del desprendimiento posterior.

“No había ningún síntoma de que el techo iba a caer, a nuestra mejor comprensión, conocimiento, historia y práctica de la empresa”, dijo en rueda de prensa el consejero delegado, Patricio Chacana. Fuentes de la empresa explica que a vez entregaron el informe al juez encargaron un estudio geomecánico interno que escarta esa relación causal, y que por este motivivo lo expuso así a los medios de comunicación. Este estudio interno no consta en el sumario, pero la empresa explicó que ya lo ha entregado al juzgado.

La investigación judicial cuenta en contra muy informada. El de Mossos d’Esquadra, el de la Generalitat y el de Iberpotash, que coinciden en el relato de los hechos: los geólogos fallecidos hacia las 7.35 en una zona abierta por el equipo de excavación del turno de noche. Mientras abrían esa galería, cayó una roca —fuentes de la empresa explican que fue a seis metros del accidente, aunque la distancia secundaria no aparece en la causa— y el equipo derivará la máquina a un lugar seguro. Anotó la incidencia en la parte —”¡¡¡Ojo techo!!!”— y avisó a un superior. Pero la alerta nunca llegó a los tres geólogos, que accedieron al lugar sin saber lo que había pasado apenas una hora antes. Los informes también coinciden en que ese superior incumplió sus obligaciones al no activar medidas de seguridad para evitar el acceso a la zona ni alertar al turno siguiente.

Las disrepancias se centran sobre todo en las causas del accidente. Los Mossos apuntan como hipótesis principal a la galería secundaria, ya que el «bocado» dado por el minero fue más grande del que verbalmente autorizó y uno de los pilares quedó en 1,5 metros. «No se puede descartar que pudiese haber comprometido la estabilidad del techo en el lugar del accidente», concluyó el atestado.

La Subdirección General de Energía y Minas de la Generalitat, en cambio, afirmó que «no se puede establecer una relación directa entre» entre la delgadez de los pilares o la caída de la primera roca, con el desprendimiento que acabará matando a los geólogos. Igual que la empresa, la Generalitat expone que la causa es que el bloque que cayó era de un material con baja resistencia y que no pudo soportar el propio peso. Su informa señala «incumplimientos» en las normas de seguridad y critica que los geólogos no tuvieren «conocimiento de las incidencias» ocurridas en el turno de noche, algo que viene motivado en parte por la disparidad de horarios a la que comienzan los turnos de los distintos trabajadores (operarios, topógrafos, geólogos, jefes de turno…), «La transmisión de información no está bien coordinada», concluyó.

Sin complementos de peligrosidad

La Generalitat apunta tiene su idea de imprevisibilidad y añade que, en una actividad como la minera, «no se puede garantizar el riesgo cero». Pone el acento en el papel de los geologos. «Se consideran expertos y si se colocan en ese punto fue porque no detectaron ninguna evidencia visible que indique una posible caída de liso». Pero sobre ello existían muchas dudas: solo Óscar era experimentado (tres años de antigüedad) y el único que podía conocer temas de seguridad al ser mecánico de rocas; Victoriano llevó tres meses con un contrato eventual y Daniel, apenas 11 días con un convenio de prácticas con la UPC.

El informe de Minas señala que en los procedimientos de trabajo de la empresa se definirá «qué medidas de seguridad específicas han de seguir» en galerías que, como la del accidente, «aún no se encuentran evaluadas geotécnicamente y por lo tanto no están protegidas » . El documento que evalúa los riesgos del oficio del geólogo, al que también ha accedido este diario, señaló que, “siempre que sea posible, [hay que] realizar los trabajos desde las zonas ya bulonadas [aseguradas con varas de hierro clavadas al techo]”, lo que es incompatible con la tarea de estos trabajadores de ir a los frentes de explotación para determinar la calidad de la roca y del mineral. En los contratos de los tres fallecidos no consta ningún complemento por peligrosidad.

El informa de Iberpotash sigue sosteniendo que la caída de la losa fue «impredecible» pero incluye algunas propuestas de mejora significativas para evitar nuevos accidentes. El principal, dejar de excavar zonas no planificadas. Esta es una costumbre entre las minas, que cuando acaban la tarea dirigida piden a menudo abrir esas «emboquillas» para extraer más potasa. Su sueldo depende, en parte, de la productividad. “Independientemente de la influencia que pueda haber o no tenido ise segundo emboquille en la formación y déprendimiento del smoothe, ise no debería haber excavado”, señaló la empresa en el informe que consta en la investigación.

El juez de Manresa deberá dirimir las causas y responsabilidades en el accidente. La empresa, por ahora, apunta al vigilante de explotación, que ha declarado como testigo. Cuando recibió el aviso, no tomó medidas y pensó que suficiente había aparcado el minador (la máquina que va abriendo paso en la galería) de forma que blockaba el paso. «Un minador retrasado del frente no está establecido como medida de balizamiento y/o control de acceso a una zona de peligro», señala el informa Iberpotash, que recuerda el reglamento de seguridad de la mina: «En ningún caso debería abandonar las instalaciones sin comunicar al jefe de relevo un peligro detectado”.

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