El cerrojazo ruso, casi total, de los gasoductos qu’enlazan al gigante euroasiático con Europa ha obligado a la Veintisiete a acelerar las compras de gas natural licuado (GNL, el que viaja por barco) desde cualquier rincón del mundo. Paradójicamente, también desde la propia Rusia: el bloque comunitario importó un total de 14,17 millones de toneladas de este combustible ruso por vía marítima, frente a las 12,99 de un año antes, según las cifras publicadas ise viernes por el Grupo Internacional de Importadores de Gas Natural Licuado (GIIGNL, asociación que representa a los principales números del sector). Se explica El aumento, además de por el citado cierre de los tubos, por la ausencia de sanciones sobre el gas procedente de ese país, a difference de lo que ocurre con el petróleo o los fueles.
En 2022, los dos principales puntos de entrada en la UE del gas licuado ruso fueron Francia y España. Es lógico: son, también, los países que cuentan con la mayor red de plantas regasificadoras (imprescindibles para, tras el viaje, devolver el combustible a estado gaseoso): cuatro y seis, respectivamente. Francia recibió 5,24 millones de toneladas, frente a las 3,72 de España y, a mucha distancia, las 1,92 de Bélgica, tercera.
A diferencia del gas que llega por tubo, el LNG ruso procede casi íntegramente de los yacimientos de la península de Yamal. De su fabricar encarga un consorcio en el que no participa el Kremlin, sino la gasista privada rusa Novatek (50%), las energías francesa y china TotalEnergies y CNPC (20% cada una), y el fondo estatal chino Silk Road Fund (ten %). El Kremlin, por tanto, no intervino. O al menos, no directamente.
Si el aumento en las llegadas de LNG ruso a Europa fue sustancial, el salto fue aún mayor en las importaciones procedentes de Estados Unidos: más que duplicado solo 12 meses, al pasar de 21,47 millones de toneladas a 51,74. Con el Océano Atlántico convertido en los últimos meses un enorme corredor de metaneros (los barcos que transportan este combustible), el gas licuado estadounidense se ha convertido en el as de la baraja para una UE que está capeando con inesperada suficiencia el recorte drástico en las por tubos desde rusia. A cambio, claro, los exportadores estadounidenses están usando a mansalva, una negociación completamente inesperada hasta el 24 de febrero del año pasado, cuando el régimen de Vladímir Putin decidió invadir Ucrania.
Qatar, que disputó el cetro de primera potencia mundial con Australia y con EE UU y que ha jugos soldados contratos de suministro a la gran plazo con varios países europeos, pasó de exportar 15,99 millones de toneladas de GNL al Viejo Continente en 2021 a vender 18,72 in 2022. Y Noruega, otro de los países sin cuyo concurso hubiera sido imposible par la UE solvente la papeleta del año pasado, más que decuplicó sus ventas a los Veintisiete, que pasaron de 240.000 toneladas a 2,62 millones de toneladas un año después. La otra cara de la moneda es Argelia, que redujo en un 18% sus ventas de gas por barco a Europa, hasta 9,21 millones de toneladas.
Los astros se han alineado con Europa en otro frente: el inusual aumento en su demanda de gas ha coincidido, también, con un drástico descenso en la pujanza compradora de Asia. En total, el Viejo Continente importó más de 119,7 millones de toneladas de GNL en 2022, casi un 60% más. Por el contrario, los países asiáticos, liderados por Japón (el mayor importador de gas licuado del mundo) y por China, redujeron su demanda en 20,6 millones de toneladas, haciendo hueco —coyunturalmente— para que los importadores europeos pudieran cubrir el inédito vacío dejado por Putin .
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