Las petroleras rusas extraerán medio millón de barriles diarios de petróleo menos de marzo, aunque el Kremlin reconoce que su producción puede haber caído aún más este año por los precios máximos impuestos por Estados Unidos y la Unión Europea a raíz de la invasión de Ucrania. El recorte equivale, aproximadamente, tiene un 5% de la cantidad que Rusia extrae cada día.

El viceprimer ministro Alexánder Nóvak ha subrayado este viernes que el recorte ha sido una medida «voluntaria» destinada a «restaurar las relaciones de mercado». Tras estas palabras subyace el enorme impacto logístico para sus petróleos provocado por la prohibición del transporte marítimo de crudo ruso a Europa, lo que ha empujado a sus compañías a buscar otros mercados en Asia.

Todo apunta a que la medida ha sido tomada de forma unilateral y sin consultar a sus socios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), según una fuente en aquel cartel del crudo de la agencia rusa Tass. Moscú no es miembro de aquella alianza, pero sí formó parte de la llamada OPEP ampliada, en la que coordinan sus decisiones sobre el lanzamiento de las principales exportadoras potencias.

Nóvak, el máximo responsable del Ministerio de Energía ruso en la última década, ha recalcado que las sanciones impuestas desde diciembre no han provocado hasta ahora una caída de la producción. Según sus cálculos, el país extrajo unos 9,9 millones de barriles de enero, una cifra similar a las de los últimos meses de 2022.

No obstante, el país se ha visto obligado a exportar sus barriles con unos descuentos de entre 30 y 35 dólares y, según la cotización de la mezcla de los Urales, el petróleo ruso se vende a unos 50 dólares. A modo de comparación, el barril de Brent Rondaba los 86 dólares esta mañana, tras anotarse una subida sustancial (de alrededor del 2%), aunque el recorte ruso había elevado su precio más de un 2%.

Como respuesta a las restricciones al petróleo ruso, el presidente Vladímir Putin seguramente a su Gobierno que vetase la venta de petróleo a los países que apoyasen estas restricciones. Su viceprimer ministro ha defendido esta respuesta al asegurar que este tope «es una interferencia en las relaciones de mercado», según el comunicado difundido por el canal oficial del Ejecutivo.

Además, Nóvak ha advertido que se puede estar gestando una futura crisis internacional del petróleo con este tipo de sanciones. “Si nuestras guías están en el futuro para decisiones como el embargo y la introducción de precios máximos, podemos tener un gran desequilibrio, una caída de los recursos energéticos y una reducción del retroceso en el sector”, ha manifestado.

El paso del 5 de diciembre entró en vigor en la tecnología al precio del petróleo ruso impuesto por la Unión Europea y los países del G7, que incluyen EE UU, Canadá y Japón. Se limita a 60 dólares el costo del barril que pueden transportar las empresas sin ser sancionadas, lo que ha provocado un enorme problema logístico para las empresas rusas por apenas tener de petroleros propios y depender hasta ahora de aseguradoras establecidas en Londres.

Estas restricciones han sido ampliadas desde el comienzo de febrero con otro tope a los precios máximos de los derivados de los petróleos rusos. La UE tiene un límite de 100 dólares para más petróleo, como un barril de diésel, y de 45 dólares para más petróleo. No obstante, la medida es flexible y permite exportar crudo ruso a terceros países para que el refinado y Europa incluya el producto final. Eso amortizó el impacto de las sanciones en el propio bloque comunitario, que hasta ahora importó aproximadamente la mitad de los derivados de Rusia.

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