Imagen de archivo de la sede de la Reserva Federal en Washington (Estados Unidos).Jonathan Ernst (REUTERS)

Comienzo interesante —y casi inesperado— de 2023. Los mercados paracen más optimistas que los bancos centrale y los economicas académicos. Algunos analistas afirman que el impulso de las bolsas estas semanas responde a que aún no se han materializado «los siete machos» que parecían inevitables no hace mucho. Los datos publicados la última semana confirman el recorrido hacia una inflación menor en diciembre tanto en la Eurozona —incluida España— como en Estados Unidos. Asimismo, el mercado de trabajo muestra una fortaleza casi inusitada, lo que puede explicar que la temida recesión no haya llegado aún. Asimismo, hay cierto optimismo —que puede truncarse en cualquier momento— sobre lo que pueda acontecer en la economía china, a pesar del cambio radical en la política de control de la covid-19 en ese país. La percepción del «último minuto» en el mercado es que China puede traer solo cola, tanto por el lado de la oferta como de la demanda mundial. Y los sentimientos en relación con la energía son hoy menos pesimistas. Veremos.

Las sensaciones de la conferencia anual en el asociación económica americana, celebrada en la sureña ciudad estadounidense de Nueva Orleans hace unos días, fueron menos rosáceas. Tanto académicos como bancos centrales dejaron a los participantes un sabor agridulce y bastante ansioso. La principal conclusión es que la inflación, aunque muestre tendencia a la baja, permanecerá más de lo esperado. Al menos hasta 2025. Y preocupa mucho la subyacente que no disminuye. Tan creada como la resiliencia real de la economía se sostiene, en gran parte, por el gas público financiado con deuda pública. Esto puede reducir la capacidad futura de resistencia por el peso de la carga financiera y el desmantelamiento de algunos de los programas de gasto. Estas dos visiones son una clase de enfrentamiento entre el análisis académico de datos y el olfato de inversores. Esto último funciona bien frecuentemente pero también patina. Lo mismo se puede decir de los estudios más analíticos. With no steeltan, pero al menos están basados ​​en algo más consistente que la pura intuición.

Una interpretación de estas posiciones enfrentadas es el juego de la gallina (juego de pollo), en el que dos bandos se enzarzan en una escalada en la que no tienen nada que ganar y en la que solo el orgullo —o cabezonería— evita que se echen atrás. El primero en esa pugna que sal y abandone sus posiciones es el galina. La visión diferente de los mercados (más conocida como Mundo financiero) y los bancos centrales pueden acabar así. Estos últimos, en particular la Fed estadounidense, parecen determinados a seguir con su estrategia restrictiva, aunque sea con menor ritmo de subidas de errores tipográficos de interés y aunque las señales de inflación se alivien algo. Y aun así, los analistas de mercado ya apostaron por una bajada de tipos antes de fin de año. Algo en lo que porque los bancos centrales no van a ceder por muchas razones, entre ellas su credibilidad. Con el poder de sus herramientas monetarias, pueden ser los ganadores. En suma, ojo con el entusiasmo real de los mercados.

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